Hacer Masonería

07.07.2014 00:00

Cuando iniciamos este camino iniciático, muchas de nosotras lo hicimos sin mayor conciencia, quizás sólo por lo que alguien nos dijo, o de lo que en la entrevista entendimos o algún familiar o amigo nos instruyó, o porque algo nos decía que este grupo es bueno para nuestro crecimiento y desarrollo; algunas crecieron sabiendo de masonería, generalmente por su papá, abuelo, tíos o amigos de la casa familiar. Nosotras, masonas hoy, somos la primera generación de la que se podrá hablar como referencia de nuestra Institución. Por esto la importancia que nuestro actuar significa en nuestras Grandes Logias y, por supuesto Logias.

 

Desde que llegamos a las filas de la Augusta Institución que es la masonería, hemos vivido de casi todo, lo que también se vive en el mundo profano, porque simplemente, a pesar de que la Masonería es la “escuela de las virtudes”, quienes llegamos a ella somos poco conscientes de las virtudes que poseemos, y en tanto las manifestamos (las virtudes) pues solo nos despojamos de la pesada carga que son los resentimientos, las frustraciones y la falta de ideales. Esperando recibir mucho, sin dar nada o casi nada a cambio. De esto que, “la Masonería es perfecta, pero nosotras con nuestras imperfecciones, la hacemos imperfecta”; afortunadamente esto, me parece, cada vez está más lejano, porque nuestras Confederación abraza casi 23 años de fundada (14 de diciembre de 1991 E:.V:.) y la masonería en algunos Grandes Orientes tiene más de 20 años de trabajo constante y creador.

 

Estas líneas las he titulado “Hacer Masonería”, porque me parece que no hemos reflexionado lo suficiente sobre esto, y en ocasiones podemos confundirnos y sobre todo confundir a nuestras hermanas en los Talleres.

 

Hago estas reflexiones con todo el respeto que vosotras os merecéis, y con el único ánimo de orientar y compartir un poco las vivencias de una obrera más en tránsito por este sendero de casi 25 años. Ya decíamos como llegamos al umbral del templo, lo hemos cruzado hace un buen número de meses o años, sin embargo, poco hemos charlado al respecto. En la experiencia de quien esto escribe, “Hacer Masonería” es instruirse, no esperar que alguien nos enseñe; contribuir al crecimiento y desarrollo de nuestras hermanas; dirigir nuestra Logia, nuestra Gran Logia y la Confederación, que de forma fraternal nos agrupa. Hacer masonería es ser agente de unión, de trabajo, de solidaridad humana, de fraternidad. Algunas de nosotras al inicio de nuestra carrera masónica, y en el transcurso de ella, vivimos experiencias que nos probaron, que nos midieron, que nos templaron, al grado de hacer de nosotras, lo que hoy podemos significar. El sendero no ha sido sencillo, por el contrario, ha sido agreste, si se me permite el término, un tanto salvaje; por la falta de conocimiento y experiencia en esta escuela iniciática.

 

En algunos casos, pensamos que hacer masonería es lo material, el edificio, el Templo, los muebles, los utensilios y dejamos de lado lo fundamental, si es necesario, muy necesario en donde trabajar; pero, es sustancialmente mucho más importante y por mucho, nuestras Queridas y Venerables Hermanas, ellas quienes llegan a los Talleres con las esperanza de encontrar algo, “de ver la luz”, de conocer términos y fórmulas que les permitan hacer más llevadera la vida, de por si, bastante complicada existencia del día a día.

 

Hablemos un poco de las que ya han rebasado la veneratura de una Logia o la Gran Maestría de la Gran Logia, algunas pensaran que ya no hay más nada que realizar, a ellas les digo que, nada más equivocadas mis Muy Respetadas Hermanas, a nosotras nos toca la reflexión y la acción, para que la Venerable Maestra y la Gran Maestra en turno, sean mejores que nosotras, tengan una columna firme y fuerte en quien apoyarse, a pesar de ellas mismas; porque cuando una Venerable Maestra o una Gran Maestra no trabaja o equivoca o confunde el fin de la institución, no contribuye al crecimiento de la Orden en la que nos encontramos, por el contrario, retrasa el avance y frena el progreso.

 

Hacer masonería, es contribuir a expandir la conciencia, es instruir, es compartir, es superar obstáculos y deficiencias; ninguna llega a un cargo con el conocimiento necesario, pero, paro eso estamos quienes ya hemos pasado por allí. Claro, esto si la actitud de la Venerable Maestra o la Gran Maestra lo permite, porque es bien sabido que algunas de nuestras hermanas solo quieren el cargo, por los beneficios profanos o egoístas que traen para cada una, pero no dejan detrás de ellas estela alguna que trascienda su tiempo.

 

La Augusta Institución que es la Masonería, es el crisol en el que se funden nuestras imperfecciones y se prepara el material para la gran obra a la que estamos llamadas, ser cada vez mejor. Valdría la pena preguntarnos, analizarnos y reflexionar sobre nuestro paso por este crisol, somos capaces de reconocer nuestras fallas y nuestros aciertos, antes de ver los de la hermana de enfrente, somos capaces de reconocer que hemos cambiado, o somos de las que decimos, “así soy yo” y  “ni modo”. Para nada es fácil o sencillo, y en esto radica mucho de la Maestría que se adquiere en estos sitiales. Sobre todo el de reinventarse constante y continuamente, para llegar a ser ejemplo y modelo de nuestras hermanas en la Institución Masónica.

 

La Masonería exige disciplina, compromiso, esfuerzo y amor; Disciplina para seguir las Leyes y los usos y costumbres de la institución, que nos permiten que haya orden en los trabajos y entre todas; Compromiso, para ser responsable en la obligación que los acuerdos encierran; Esfuerzo, para emplear la energía y fuerza física y mental o los medios superiores a los normales para conseguir un fin determinado en beneficio de todas; y la Fuerza que mueve al universo, el Amor, como ese afecto intenso que nos une, hermana e identifica, pero sobre todo, que logra los más caros anhelos y las más elevadas virtudes e ideales.

 

A todo esto debemos sumarle que, esta vez que nos hemos encontrado en la Masonería es una más en nuestra evolución mística y personal, ya en “otro tiempo y espacio” hemos iniciado el camino juntas; entonces, que no vale la pena meditar en ello y despojarnos de los egos y temores para como una verdadera familia, juntas emprender grandes empresas que nos demuestren, primero a nosotras, y después a nuestras QQ:. y VV:. HH:. lo valioso de la oportunidad de avanzar en este evolucionar de forma individual y grupal. Cada una concibe al Gran Arquitecto del Universo, al Dios de su corazón, a la Energía que todo lo puede, como cada quien lo nombre, pero la respuesta final y quizás única, es que ese poder está en cada una, de manera individual e indivisible, y a la vez en todas y todo. Al trabajar en la Confederación y demostrar que si se puede, también demostramos que si una Gran Logia está bien, todas estamos bien, pero por el contrario, si una tambalea, podemos tambalear todas, y ya lo hemos vivido, este es otro de los motivos que me mueven a escribirles, prever este tipo de escenarios, que lamentablemente se pueden presentar. Pero, si juntas estamos, solo será una experiencia más.

 

En suma, hacer masonería es practicar los principios masónicos que nos identifican, libertad, igualdad y fraternidad, podríamos hacer de nuestro tránsito por esta Institución que nos abraza, un verdadero sendero libre de escollos para quienes siguen nuestros pasos. A eso estamos llamadas mis Muy Respetadas Hermanas todas, integrantes del Consejo Masónico Nacional que preside nuestra amada Confederación, seamos lo suficientemente honestas y fraternales para abrazar la tarea, el compromiso y la responsabilidad de ser una autoridad moral y no solo formal, en las Logias y Grandes Logias Confederadas, que sumadas en el Pacto Fraternal que significa la Confederación de Grandes Logias Femeninas Regulares de los Estados Unidos Mexicanos, trabajamos en beneficio de cada una de sus integrantes, de nuestra Patria y de la Humanidad en General.

 

Muy agradecida por vuestro tiempo para leer este documento y si vosotras lo consideran oportuno, podemos compartirlo con nuestras QQ:. y VV:. HH:., para que sepan que también nosotras hemos dudado y temido, que nos hemos superado a nosotras mismas, y que hemos vencido con las herramientas del verdadero masón, en la tarea de hacer masonería. Como siempre quedo a vuestras órdenes, me despido con los honores que a vosotras corresponde, de acuerdo a su muy alta investidura.

Una para todas y todas para una

Fraternalmente

Vuestra hermana

Ana Laura Vila Martínez

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